Esta producción de seis horas de Aldea tomó la obra de Shakespeare como punto de partida y final, en la versión alemana de Heiner Müller, con material adicional de la obra de Müller máquina de aldeaotros textos de Müller, así como extractos de La Divina Comedia de Dante, textos de Artaud y otro material ajeno a Shakespeare. Un cuestionario en un pub entre especialistas en literatura o teatro probablemente revelaría más fuentes. La estructura de la velada se parecía a la de la gran epopeya india de El Mahabharata: una trama central discernible (proporcionada por el texto de Shakespeare) con numerosos bucles asociativos de aparentes digresiones. Temáticamente, muchos de ellos se centraron en el teatro como forma e institución, de manera autorreflexiva. Textualmente, los actores se dirigían entre sí por sus nombres reales en lugar de los nombres de los personajes que interpretaban. Hubo referencias al director, su enfoque como director, sus prácticas y hábitos profesionales, así como aspectos de su vida privada (seis hijos de cinco mujeres). Por momentos, los actores imitaban su forma de hablar.
Durante períodos prolongados de seis horas de duración, las cámaras en vivo proyectaron videos de la acción en vivo, que de otro modo no serían visibles en el escenario, en una pantalla bajada del techo para ese propósito. En referencia a producciones anteriores de Castorf, donde dichos vídeos se transmitían con la última tecnología en la época en forma de numerosos y voluminosos monitores de televisión de pantalla pequeña, algunas de esas reliquias de la tecnología se habían colocado en la parte trasera del escenario, mostrando principalmente la nieve blanca por la que esos monitores eran bien conocidos. El espacio así presentado en video aquí era el de un refugio antiaéreo de concreto subterráneo; solo su mirador era parte del escenario, asomando hacia la parte trasera del escenario frente a un telón de fondo con nubes de tormenta proyectadas. Una estrecha escalera de caracol conducía al funcional espacio de refugio con algunos asientos y catres con colchones finos y sucios.
En términos de actuación, la cantidad de energía que la producción esperaba que invirtieran los actores, y que efectivamente invirtieron, fue considerable, rozando el extremo. Rugieron (a diferencia de hablaron o incluso gritaron) muchas de sus numerosas líneas, sus voces amplificadas solo en las secuencias de video.
Para el público, esta producción resultó ser una prueba de resistencia. Las entradas para la función estaban agotadas, pero hubo un goteo constante de espectadores que se marcharon a mitad de la función, mientras que un buen número no regresó después del intervalo. El reparto y los espectadores quedaron exhaustos y aliviados al final, cada uno por derecho propio y en sus propios términos. Por lo tanto, la brevedad de esta reseña es también una respuesta irónica a la experiencia.
La versión completa del artículo Tour De Force de seis horas “Hamlet” en Hamburgo, dirigido, con muchas autorreferencias irónicas, por el veterano legendario Frank Castorf está disponible en The Theatre Times.






