Nuria Espert cumple hoy 89 años. La suya ha sido una carrera extraordinaria y aún no ha terminado. Acaba de pasar más de 13 meses de gira con La isla del aire/La isla del aire, una nueva obra adaptada por Alejandro Palomas de su aclamada novela de 2005, dirigida por Mario Gas. Ella animó el escenario, como una astuta abuela, que al principio parecía enferma y frágil en una silla de ruedas, pero pronto mostró una energía feroz y desafiante que mantiene unida a su familia: una actuación ingeniosa y matizada de una destreza excepcional. Y este otoño estrenará otra producción, también dirigida por Mario Gas, Todos pájaros/All Birds de Wajdi Mouawad en los Teatros del Canal de Madrid. Y todo ello llega tras una extensa gira por la ciudad de Lorca. Romancero gitano/Gypsy Ballads, presentada por primera vez en 2018, una pieza solista dirigida por Lluís Pasqual que trata tanto de su relación con las obras de Lorca durante casi cincuenta años como de una interpretación de algunos de sus poemas más célebres. Escuchar a Nuria Espert dar forma a la obra de Lorca es algo único: con amplitud y susurro, le da urgencia al verso. Es como si tuviera una historia que contar, algo que debe confiar al público. Espert hace que Lorca importe como algo urgente, actual y único.
Nuria Espert es una actriz extraordinaria –su voz rica y resonante, su presencia escénica a la vez fundamentada y efímera– si alguna vez necesitabas una definición de duende, esa emoción de la vida de la que hablaba Lorca, Nuria Espert la encarna. Durante más de setenta años ha estado haciendo teatro, desde los teatros amateurs de la clase trabajadora de Barcelona hasta el Centro Dramático Nacional de Madrid, realizando giras por España e internacionalmente con producciones que brindaron lecturas frescas y dinámicas de obras clave del siglo XX.
Como actriz Nuria arriesgó y montó su propia compañía de teatro junto a su marido Armando Moreno a finales de los años cincuenta. Aquí representó por primera vez en España nuevas piezas, trabajando tanto con destacados directores de la época, como Cayetano Luca de Tena en gigi (1959) and José Luis Alonso donde Deseo bajo los olmos (1962). En el escenario, Espert era una fuerza a tener en cuenta, encarnando una impresionante variedad de roles que mostraban la agencia femenina en múltiples formas. De Hamlet (1960) a Lavinia en El duelo se convierte en Electra (1965) – Nuria proporcionó una presencia escénica que desafió la imagen complaciente de esposa y madre devota que el régimen de Franco (1939-75) buscaba promover. Nuria Espert destacó por presentar a mujeres que se negaban a ceder.
Durante la era democrática colaboró con directores españoles de diferentes generaciones, incluidos Lluís Pasqual, Mario Gas y Miguel del Arco. También internacionalizó el teatro español, primero trayendo a directores como Víctor García y Jorge Lavelli a un país aislado durante la dictadura franquista y luego, a partir de los años 90, forjando nuevas colaboraciones con Robert Lepage en Celestina (2004), George Lavaudant sobre Jugar Strindberg (2006) y Peter Sellars en Ainadamar (2012).
Y si bien es una gran actriz, también es mucho más que eso. Traductora, adaptadora, directora y productora, siguió una carrera como directora de actores desafiante y valiente. Y si bien es elogiada en España como una de las actrices más importantes del país (parte de una tradición que se extiende desde María Guerrero hasta Margarita Xirgu y María Casares), su impacto global no puede subestimarse. Situó a España en el mapa internacional con sus colaboraciones con el argentino Víctor García. Con García forjó un vocabulario escénico para Las criadas (1969), una lectura que encontró para Genet un lenguaje formal y antirrealista que era audaz, directo e intransigente. Para recordar a los Espert-García Yerma (1971) será llevado a un viaje de desesperación y anhelo en espiral: el trampolín de lona diseñado por Fabià Puigserver captura los estados de ánimo ondulantes de la obra. Y Divinas palabras/Divine Words (1976), puesta en escena con un órgano gigante como telón de fondo, fue igualmente audaz al crear un vocabulario teatral para la desafiante obra de Valle-Inclán de 1919. Esas producciones todavía son recordadas como innovadoras por quienes las vieron cuando estuvieron de gira a principios y mediados de los años 70. Para David Lan, exdirector del teatro Young Vic de Londres, “ese Yerma fue inolvidable”, lo que impulsó su propio encargo a Simon Stone para realizar una nueva versión inspirada en la producción de García en 2017.
David Gothard, que programó los Riverside Studios entre 1976 y 1985, lo señala: “Mi generación se emociona con el recuerdo de las grandes actuaciones de Nuria Espert. En la memoria queda grabada vívidamente la genialidad de la cama elástica de Lorca y su Genet. Se volvió importante incluirla en la programación inicial de la formación de Riverside Studios. Fue típico de su generosidad con los artistas de su vida, como el hecho de compartir el genio único de Víctor García con el mundo, que eligió presentar ante un agradecido público londinense al poeta esencial y amigo de Lorca, Rafael Alberti, hacia el final de una vida que encarna la historia de la España moderna. Como dice su poema publicado, “Odiaba Londres, todo cielo gris, pero me enamoré de Riverside Studios y el Rokeby Venus (de Velázquez en la National Gallery)”. En su única visita anterior a Londres lo habían metido en una celda al llegar a Heathrow hasta que Picasso voló para manifestarse y rescatarlo, partiendo en el siguiente avión. Posteriormente esta generosidad de espíritu de Nuria explotó en el Lyric Theatre con la flor y nata de las actrices británicas logrando el espíritu de Lorca en (La Casa de) Bernarda Alba de tal manera que el teatro británico ha vivido con esta bendición desde entonces. Grandes actuaciones y el espíritu de Lorca, dirigida por Nuria. Recuerdo la felicidad de la hermana de Lorca al lado de Nuria” (correo electrónico al autor, 3 de junio de 2024).
En 1981, su Doña Rosita, en una producción de Jorge Lavelli, capturó el viaje emocional de la protagonista desde la alegría ilusoria del primer amor hasta la silenciosa desesperación del abandono. Michael Billington, reseñando la producción en el Festival Internacional de Edimburgo, escribió sobre “una gran actriz…. sin miedo al gran gesto” (guardián, 31 de agosto de 1983). Espert encarnó una agencia femenina que era emocionalmente rica, desgarradora y compleja.
En 1986 debutó como directora con La Casa de Bernarda Alba, presentado por primera vez en el Lyric Hammersmith en 1986 y luego trasladado al West End antes de ser filmado para televisión en 1991. El dramaturgo Arnold Wesker responsabiliza a Espert de encontrar un lenguaje escénico para Lorca en el Reino Unido y se podría decir que la producción abrió el interés en un dramaturgo que había sido visto como extrañamente extraño y difícil de producir. También inició una carrera como directora que incorporó puestas en escena operísticas además de teatro: trabajos que colocaron las sensibilidades y los viajes de las mujeres en el centro de las lecturas. Producciones de Madame Butterfly (1987) y La Traviata (1989) para la Ópera Escocesa, de carmen (1991) para la Royal Opera House fueron a la vez pictóricos y emocionantemente teatrales. Cuando el nuevo Gran Teatre del Liceu reabrió sus puertas en Barcelona en 1999 (la emblemática ópera había sido destruida por un incendio en 1994), Nuria Espert dirigió una sesión pictórica Turandot para abrir el lugar.
Este año ha habido dos premios importantes para Espert. Un Max honorífico –los Maxes son el equivalente español de los Premios Olivier del Reino Unido o de los Tonys de Estados Unidos– por “su gran legado en el área de las artes escénicas, su contribución como líder cultural y como emprendedora teatral”, y un Doctorado Honoris Causa de la Royal Central School of Speech and Drama de la Universidad de Londres por un conjunto de trabajos que ha tenido un impacto de gran alcance en la práctica teatral tanto en España como en el Reino Unido. En el acto de ceremonia de esta última en la Residencia del Embajador de España en Londres me llamó la atención la calidez del recibimiento que tuvo por parte de los actores que habían trabajado con ella en aquella ya legendaria producción de La Casa de Bernarda Alba. Hubo una gran humanidad evidente en el encuentro –Espert siempre ha hablado de sí misma como una directora emocional más que intelectual– y como Amanda Root (Adela), Deborah Findlay (Martirio), Julie Legrand (Angustias), Suzanna Hamilton (Amelia) Cuando me reuní con ella, junto con la Bernarda más reciente del Teatro Nacional, Harriet Walter, tuve una idea de lo especial que debe haber sido esa sala de ensayo ya que la producción y luego la película se prepararon con amor, cuidado y respeto. La complicidad que había generado aquella extraordinaria producción seguía siendo evidente, 38 años después. Nuria estaba encantada de pasar tiempo con ellos – “esa producción fue tan especial”, me comentó después. Los actores coincidieron: para Deborah Findlay “Creo que nuestra producción de Bernarda Alba está grabado en todos nuestros corazones” (correo electrónico al autor, 3 de junio de 2024); Actores pasados y presentes que han luchado con el mundo de Lorca compartiendo lo que eso significa y cómo dar forma al lenguaje preciso de Lorca. Julie Legrand me escribió después del evento que “Nuria es exactamente como siempre fue: inspiradora, dinámica, apasionada, valiente, generosa, abierta y vibrante de vida: ¡es una inspiración magnífica! El tiempo no la ha disminuido en absoluto” (correo electrónico, 20 de marzo de 2024). Ver a Nuria con estos actores y los mensajes que, en consecuencia, han compartido conmigo, me hizo comprender cuánto ve el teatro como un esfuerzo colectivo.
Para Espert siempre hay trabajo en el proceso de hacer teatro, siempre disciplina pero también con el espacio para el instinto donde lo inesperado siempre es bienvenido y nutrido. La humildad y calidez de Espert nunca están lejos de la superficie en ningún encuentro. Nuria Espert entiende que el teatro se trata de personas que se unen para hacer y experimentar una obra; que la humanidad es fundamental para comprender todo lo que hace dentro y fuera del escenario.
Michael Billington, reflexionando sobre la concesión del doctorado, escribe que: “Siempre he creído que una vida en el teatro es la mejor manera de mantenerse joven. Al ver a Nuria en la Embajada de España en Londres este mes de marzo, me sorprendió su energía ardiente, su alegría por la vida y su belleza atemporal. Su impacto en el teatro británico también ha sido profundo. Fue a través de su sorprendente trabajo en Yerma y Doña Rosita la solterona que empezamos a captar la grandeza de Lorca como dramaturgo. Nuria no es sólo una fuerza de la naturaleza. También es una gran actriz” (correo electrónico al autor, 3 de junio de 2024).
Entonces Nuria Espert, una gran actriz y una fuerza de la naturaleza, en tu 89th cumpleaños, levanto una copa por el placer que nos ha brindado a aquellos de nosotros que hemos visto sus exquisitas actuaciones, actuado con usted y experimentado su dirección metódica y precisa. Tu voz resonante y melódica una vez escuchada nunca se olvida. Con el levantamiento de una ceja, el ligero movimiento de la cabeza o una mirada severa transportas al público a un lugar especial, un viaje hacia un texto, un personaje, un proceso. Mientras escribo esto, los recuerdos de tu Lear pasan a primer plano: interpretaste el papel cerca de los 80 años en 2015 y fue notable, una producción donde la demencia se colocó en el centro de la lectura, inspirando a tu gran amiga Glenda Jackson a Poco después se embarca en su propio Lear con Deborah Warner. Nunca has tenido miedo de ser valiente dentro y fuera del escenario y sigues siendo un ejemplo para muchos de nosotros del poder transformador de la actuación en vivo para desafiar, desafiar e inspirar.
Esta publicación fue escrita por Maria Delgado.
Los puntos de vista expresados aquí pertenecen al autor y no reflejan necesariamente nuestros puntos de vista y opiniones.
La versión completa del artículo Feliz cumpleaños Nuria Espert: “un gran actor y una fuerza de la naturaleza” está disponible en The Theatre Times.