¿Cómo se explica el concepto de parto a una inteligencia extraterrestre, como la de los hongos? ¿Nuestra familia (y otras) son realmente parte de una colonia que se extiende más allá de nosotros?
Comunicarse con diferentes formas de conciencia es un desafío, pero no imposible, como lo demuestra una joven científica embarazada llamada Yara (Chloe Mutebi) en Cuerpo fructíferouna obra que se estrenó en Brooklyn Art Haus en noviembre como parte del Science in Theatre Festival (SIT).
La misión de SIT es llevar al escenario investigaciones innovadoras, uniendo a científicos con artistas. En la era del ChatGPT y el reciclaje interminable de ideas, SIT ofrece al público la oportunidad de mirar más allá de los patrones de pensamiento convencionales y, al hacerlo, liberarse de formas de pensar programadas y controlables. Cada obra del festival explora nuevas ideas y conceptos audaces para el futuro.
Cuerpo fructífero toma su nombre de una estructura fúngica multicelular, también llamada esporocarpio, que alberga tejidos productores de esporas. La obra aborda cuestiones difíciles como la fragilidad de la vida, la importancia de traducir los lenguajes de otras especies y nuestra relación con el mundo natural.
Su protagonista Yara reflexiona sobre la diferencia entre simbiosis y colonización. Ella desarrolla una “computadora hongo” que la conecta a una red de micelio que termina salvando la vida de su hijo. Pero para Yara no es suficiente.
Impulsada por un deseo desesperado de experimentar con la conexión entre humanos y hongos, traspasa los límites de la ética científica, alienando a su marido Héctor (Marlon Quijije).
Encarnada por el extraterrestre natural Eureka (Nakano Grimes), la inteligencia fúngica comprende más sobre la vida que Yara y Héctor, aunque tiene dificultades para comprender los conceptos y el lenguaje humanos.
Creado para SIT por la dramaturga Hannah Simms, Cuerpo fructífero se basa en las propias experiencias de Simms con el embarazo y la maternidad. Cuando empezó a escribir la obra, su hijo tenía tres meses.
“Estás conectado de una manera muy profunda con alguien con quien no puedes comunicarte”, explica Simms. “Cuando comencé a pensar en los científicos que exploraban el mundo de los hongos, me pareció muy similar. Aquí están estos seres que se expresan, pero no podemos entenderlos”.
Sí, los hongos pueden comunicarse con nosotros, y algunos de los científicos que inspiraron el personaje de Yara en Cuerpo fructífero están tratando de escuchar y comprender.
Simms colaboró con el informático británico Andrew Adamatzky, profesor de informática no convencional, que estudió los impulsos eléctricos enviados por los hongos y descubrió que se parecen al lenguaje humano.
El estreno de Cuerpo fructífero Fue seguido por una mesa redonda con Anand Mishra del Laboratorio de Robótica Orgánica de Cornell, autor principal de otro estudio innovador sobre la conexión entre el micelio y la máquina.
La investigación de Mishra muestra cómo la integración del micelio en sistemas artificiales puede facilitar la interacción entre los mecanismos y el entorno vivo. En su laboratorio, ha construido robots totalmente controlados por hongos que responden a la luz ultravioleta, lo que demuestra que se puede establecer una relación simbiótica entre máquinas y hongos.
Así que ya existen computadoras basadas en hongos y, créanlo o no, tienen un papel importante que desempeñar en el futuro de la robótica.
En Cuerpo fructíferolos hongos son una poderosa metáfora de la interconexión y la simbiosis. El proceso de escuchar los hongos lleva al público a algunas revelaciones profundas. Una de ellas es que la separación es una ilusión: no estamos tan desconectados unos de otros (o del planeta) como tendemos a creer.
Esta publicación fue escrita por Victoria Zavialova.
Los puntos de vista expresados aquí pertenecen al autor y no reflejan necesariamente nuestros puntos de vista y opiniones.
La versión completa del artículo Fruiting Body: What Mushroom-to-Human Conversations Reveal In A New Off-Broadway Play está disponible en The Theatre Times.