¿Scone rima con “gone” o “bone”? ¿Deberías pedir un “pain au chocolat” o una “chocolatine” en Francia? Echemos un vistazo a algunos de los debates más apasionados y deliciosos de toda Europa.
Olvídense de si es mejor salir o permanecer en la UE, si se debe votar por los laboristas o los conservadores, o si se debe abolir la monarquía: hay un debate mucho más serio y, de hecho, sabroso, que ha plagado al Reino Unido durante años.
La pregunta es la siguiente: ¿cómo se pronuncia la palabra “scone”, el icónico producto horneado británico que es un elemento básico en cualquier hora del té? ¿Rima con “bone” o “gone”?
Una nueva encuesta publicada por la empresa global de investigación en línea YouGov intenta arrojar luz sobre la respuesta al revelar exactamente qué partes de Gran Bretaña lo pronuncian de qué manera y por qué gran mayoría.
Resulta que la gente de Escocia y el norte de Inglaterra tiene muchas más probabilidades de rimar “scone” con “gone”, mientras que en algunas partes del sur de Inglaterra tienden a rimar “scone” con “bone”, según YouGov.
En concreto, la gente de Durham es la más propensa a pronunciarlo como “gone” (89%), mientras que la gente de Derbyshire (79%) es la más propensa a rimarlo con “bone”.
Por si esto fuera poco, en otro acalorado debate relacionado con los bollitos, YouGov también descubrió que los británicos de todo el país parecen preferir el “método de Cornualles” para comerlos (es decir, ponerles mermelada primero y luego agregarles crema) al “método Devon” (donde primero se agrega la crema). Vale la pena señalar que, según se dice, la reina Isabel II prefería el método Devon…
Sí, el debate puede parecer un poco exagerado, pero no son sólo los británicos los que participan en él: hay muchos otros argumentos lingüísticos culinarios en toda Europa, y todos son igual de serios.
¿’Pain au chocolat’ o ‘chocolatina’?
¿En una panadería francesa conviene pedir un “pain au chocolat” o una “chocolatine”? Pues bien, la ciencia ha dado respuesta a esta pregunta tan antigua que se planteaba en Francia.
Mathieu Avanzi, profesor de lingüística en la Universidad de Neuchâtel, describió el uso de ambos términos en su libro “Comme on dit chez nous – Le grand livre du français de nos régional”, publicado en 2023.
“En el siglo XIX se vendían distintos tipos de bollería hecha con masa de pan o de hojaldre”, explica. “En París se llamaban ‘petit pains’ (panecillos). Algunos estaban rellenos de chocolate. Los ‘petit pain’ se convirtieron rápidamente en ‘pain au chocolat’ en la capital, pero no en otras regiones”.
Esto será difícil de entender para quienes viven en el suroeste de Francia. Mientras que la mayoría del país se limita a decir “pain au chocolat”, los habitantes de ciudades como Burdeos y Toulouse tienden a decir “chocolatine”.
El norte y el noreste de Francia divergen con el “petit pain au chocolat” y el “croissant au chocolat” respectivamente, mientras que la vecina Bélgica lanza una bola curva con la “couque au chocolat”.
El debate ha generado mucho revuelo en las redes sociales. En 2016, cuando Francia rebautizó sus regiones, algunos internautas propusieron cambiar el nombre de la región del suroeste de Occitania por el de “Chocolatinie”.
Un año después, un grupo de estudiantes de secundaria escribió al presidente francés pidiéndole que se asegurara de que la palabra “chocolatina” se incluyera en todos los diccionarios.
‘Papas fritas’ versus ‘papas fritas’
En los Países Bajos existe un intenso debate sobre el nombre que se le da a las patatas fritas (o fries, por utilizar el término estadounidense). Mientras que en el sur se suele utilizar la palabra “friet”, en el norte se prefiere la palabra “patat”. Según Mark Oostendorper, del Instituto Meertens, ambas palabras tienen el mismo significado.
Etimológicamente hablando, la palabra “patat” proviene del español “patata” y hace referencia al alimento en sí. En el siglo XVI, los exploradores españoles en América del Sur encontraron la batata, a la que llamaban “batata”, y la papa blanca, a la que llamaban “papa”, de origen quechua. Las dos palabras se fusionaron posteriormente en una sola: “patata”.
En cambio, la palabra “friet” se refiere a la forma de cocinar las patatas fritas y está relacionada con la palabra “freír”.
“La ‘lucha’ cultural tiene que ver con la difusión regional de las dos palabras”, explica Jan Stroop, lingüista e investigador de la Universidad de Ámsterdam. “Esto coincide más o menos con las diferencias culturales entre las dos zonas”.
“La palabra friet está ganando terreno y se está volviendo cada vez más común. Parece que a algunas personas no les gusta”, añadió.
Stroop aseguró, sin embargo, que la rivalidad entre los bandos “patat” y “friet” no se toma demasiado en serio: “El debate está siempre lleno de humor”.
¿Cómo se llama un churro?
¿A quién no le gustan los churros, esas irresistibles delicias españolas de masa frita con forma de espagueti?
Aunque algunos podrían dudar entre sumergirlos en chocolate caliente o verter azúcar encima, existe un debate más profundo sobre cómo se llaman realmente.
Aunque “churro” es un término genérico utilizado en toda España, en algunas partes de Andalucía los llaman “tejeringos” o “jeringos”, mientras que en otras se utiliza la palabra “porras”.
Pero hay una ligera diferencia aquí en comparación con los otros ejemplos europeos que hemos visto: aunque a menudo se venden comúnmente como churros, las porras son en realidad más largas y más gruesas que su “gemela fraterna”.
“La base al final es la misma: agua, harina y sal”, explica Daniel Real, maestro churrero de la churrería San Ginés de Madrid, y añade que las porras se hacen con harina más fina y un poco de bicarbonato.
Otra diferencia clave es la temperatura del aceite en el que se cocinan: “Para los churros, es entre 200 y 205 grados centígrados aproximadamente. Para las porras, es alrededor de 230 grados”, explicó.
En cuanto al debate sobre el nombre, Rael dijo que cada región luchará en última instancia por su propio término, independientemente de cómo se cree.
El debate de género en Sicilia
En Sicilia, desde hace décadas se viene desarrollando un debate sobre el género mucho menos tóxico y mucho más delicioso.
Si bien no hay dudas sobre lo deliciosas que son estas bolas de arroz rellenas y fritas al estilo italiano, existe controversia sobre si deberían llamarse “arancini” o “arancine”; esencialmente, si son masculinas o femeninas.
En Occidente, en Palermo, se prefiere la palabra femenina singular “arancina” (“arancine” en plural) mientras que en Catania, en el este, se usa la palabra masculina singular “arancino” (“arancini” en plural) para referirse a este sabroso aperitivo.
Según el experto en cultura siciliana Gaetano Basile, la receta tiene su origen en una costumbre árabe de freír sobras de arroz y enrollarlas en bolas con especias, carne y verduras.
“En el antiguo siciliano, el plato ‘arànciu’, una palabra masculina, parecía una naranja amarga. En 1480, los barcos portugueses llegaron a Palermo y trajeron nuevas naranjas dulces llamadas ‘laranja'”, explicó.
Según Basile, los habitantes del lado occidental de la isla cambiaron el nombre del masculino italianizado “arancinu” al femenino “arancina” para mantener la conexión con sus raíces cítricas. Sin embargo, este cambio nunca se produjo en el lado oriental de la isla.
En los últimos años, la furia del debate se ha visto aún más avivada por algunos usuarios de las redes sociales, que han boicoteado restaurantes e incluso han lanzado amenazas de muerte contra figuras públicas por utilizar uno u otro término.
Como resultado, algunos han introducido palabras de género neutro, incluidas “arancin*” y “arancin@”, en un intento de suavizar las cosas.