Martín se sienta junto a la ventana a esperar una lluvia milagrosa que traiga algo de alivio después de 15 días de calor insoportable. Cree, con más de deseo que de certeza, que la disminución de la temperatura puede ayudar a que vuelva la luz a los más de 70 mil hogares que todavía siguen a oscuras. Vivir sin luz es un caos. Vivir sin luz en medio de una ola de calor histórica es un desastre.
Mientras sigue vigente la alerta roja del Servicio Meterológico Nacional, el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) precisó que este miércoles amanecieron sin luz unas 77 mil casas. Claro, las personas afectadas por los cortes de Edesur y de Edenor son muchas más.
Este miércoles las zonas apagadas se concentran en Tristán Suárez, Lomas de Zamora, Temperley, Monte Grande, Ezeiza, Adrogué, Wilde, Almagro, Villa Riachuelo y Villa Devoto.
Agustina vive en Villa General Mitre, en Juan B. Justo al 5100. Su historia, y la de sus vecinos, concentra todos los dramas de transitar los días sin luz (y sin agua).
“En mi edificio hay una alta población de gente mayor sin posibilidades de subir y bajar las escaleras. Entre los vecinos hay una señora operada del corazón hace un año y otra diabética, insulino dependiente. También un amigo de mi hijo, de 6 años, que tiene diabetes y hace picos de hipoglucemia”, describe.
El caos obligó a Agustina a dejar su departamento. “Yo sufro de presión baja y mi marido es cardíaco medicado. Tengo dos hijos en primaria y el más chiquito empezó primer grado, con la adaptación y todo. Está tan traumado que lo único que dice es ‘Má, ¿ya volvió la luz? ¿Podemos ir a casa?’“.
“Mucha gente se fue del edificio, pero muchos otros no tienen dónde ir. Una familia vive en carpa en el balcón terraza hace 15 días”, cuenta.
El sur de conurbano se apagó de golpe este martes a la tarde y muchos de los vecinos siguen a oscuras desde entonces. Bárbara es una de las afectadas. “Tengo una bebé de un año y medio y un nene de 5. Uno como adulto puede aguantar, pero ellos, no“, lamenta.
Martín, el joven que se paró frente a la ventana para esperar la lluvia, vive en Adrogué, también al sur del conurbano. Es docente en escuelas de la zona, así que sabe que el desastre es colectivo.
“Hace tres días que estamos sin luz y veníamos de una semana en la que se nos había cortado varias veces. Dormimos mal, comemos mal, perdemos plata por los productos frescos y la medicación que tenemos que tirar, y el teléfono nadie lo atiende“, dice.
Esto último que cuenta Martín es una constante en los testimonios de los usuarios afectados: no hay respuestas de las empresas de suministro eléctrico ni de las dependencias gubernamentales. Un silencio que se parece bastante al maltrato.
Llavallol es una localidad obrera que está ubicada en un codito del partido de Lomas de Zamora. Cansados de la falta de respuestas, este martes se unieron en una asamblea vecinal espontánea y cortaron juntos la ruta provincial 4, conocida como Camino de Cintura.
“Tengo un bebé de 2 años y mi marido tiene un taller de aberturas en la casa. La definición de lo que no pasa es ‘Insoportable’. No podés hacer nada: no podés descansar, no podés refrescarte, no tenés nada frío para tomar y no podés trabajar. Te cansás de pensar en todo lo que se robaron y que no hicieron nada por nadie. Hace un tiempo, cuando comenzaron los cortes, con mi marido dijimos ‘Esto es lo único que nos une a todos, de un lado y del otro de la grieta. Si esto sigue así es el empujón al nuevo ‘que se vayan todos'”, dice Melisa, de Llavallol. El reclamo también es político.
En el sur del conurbano, el mapa de cortes está en rojo. Virginia es psicóloga, vive y atiende en Ezeiza, y cuenta que la falta de suministro en la zona es una constante que excede a esta ola de calor.
“Como ya sabés que te van a cortar en algún momento del día, empezás a tener medidas para prevenir las consecuencias: cargar el celular el ratito que tenés luz; atender cuando hay luz natural, aunque el ambiente esté inaguantable; poner un cartel en la puerta a diario para avisar a los pacientes que nos manden un mensaje al llegar; dejar un balde y botellas de agua separadas por las dudas; desenchufar todo para que no se te queme nada”, enumera en una lista resumida de acciones diarias.
Este martes el panorama fue aún peor: en (otro) día sofocante, con una térmica que superó los 42 grados, el pico de cortes alcanzó a unos 160 mil usuarios. Muchos se cansaron y salieron a las calles a protestar.
De hecho, por las manifestaciones estuvo interrumpido el servicio de los trenes Roca y Belgrano y también se afectó el tránsito sobre la autopista Buenos Aires-La Plata.