El ayuntamiento español de Terrassa, cerca de Barcelona, ha decidido suspender la adopción de gatos negros hasta finales de este mes para evitar su uso en rituales o celebraciones vinculadas a Víspera de Todos los Santos.
Las autoridades locales dicen que es una medida inusual pero necesaria.
“Hemos sido alertados por organizaciones y miembros del público que algunas personas quieren adoptar un gato negro para usarlo con fines propósitos rituales. Hemos tenido que emitir una instrucción para detener la adopción y acogida de gatos negros en Halloween”, explicó el teniente de alcalde Noel Duque en las redes sociales. “En Terrassa, si quieres adoptar un gato negro, tendrá que ser después de Halloween y con pruebas de que lo vas a cuidar y querer”, añadió.
Aunque pueda parecer una superstición del pasado, las asociaciones protectoras de animales afirman que cada año son más los casos de personas que piden gatos negros como complemento de fiestas o, peor aún, para utilizarlos en rituales de brujería.
Brujería y mala suerte
La medida de Terrassa se suma a otras ciudades que ya restringen la adopción de gatos negros y, en menor medida, de gatos blancos, en las semanas previas al 31 de octubre.
Si bien los primeros siguen siendo un símbolo de mala suerte o poderes oscuros, los segundos son ampliamente considerados como representantes de la pureza y la buena suerte, especialmente si eres un villano de james bond. Ambos, sin embargo, comparten un destino común: son víctimas de la superstición humana.
Desde la época medieval, los gatos negros han sido asociados con la brujería, el mal de ojo y la mala suerte. En España los felinos son sinónimo del martes 13, espejos rotos o escaleras como presagios a evitar. Pero hoy en día su notoriedad persiste disfrazada de tradición festiva.
Por eso, las organizaciones protectoras de animales insisten: los gatos, sean del color que sean, no son amuletos ni elementos decorativos, son seres vivos. Y, este Halloween, al menos en Terrassa, no formarán parte de ningún ritual.








