Las películas de David Trueba han tenido a menudo una dimensión teatral. La silla de Fernando/ La silla de Fernando, codirigida con Luis Alegre (2006), giró una conversación con el legendario actor, guionista y director Fernando Fernán-Gómez; Madrid 1987 (2011), una auténtica pieza de cámara, se desarrolla en el interior de una piscina donde quedan atrapados sus dos protagonistas. El hombre bueno/el buen hombre (2024) sitúa a su trío de personajes infelices en un lugar remoto donde las revelaciones caen y los secretos se revelan. Ahora, en su debut teatral, Trueba recurre a Vito Sanz, visto en el buen hombre así como su anterior Casi 40/Almost 40 (2018), y habitual de los largometrajes ambientados en Madrid de su sobrino Jonás Trueba, incluido el más reciente Volveréis/Al revés (2024), en una comedia dramática de parejas extrañas donde los personajes no son tan honestos como pretenden ser.

Los guapos es un doble ambientado en un bar del barrio obrero de Madrid donde crecieron veinte años antes Pablo (Sanz) y Nuria (Anna Alarcón). Nuria vuelve a ponerse en contacto con Pablo cuando lo ve un día en la televisión, cubriendo un caso que ganó como abogado en Estrasburgo. Ella espera que él pueda ayudarla a obtener una compensación de los fabricantes de un bastón plegable con asiento, al que ella considera responsable de la muerte de su madre. Un tornillo defectuoso pareció hacer que el artilugio se plegara, arrojando a su madre hacia atrás y dejándola inconsciente. Nuria quiere que el fabricante pague y espera que Pablo pueda ayudarla hablando del caso.

Puede que Pablo y Nuria fueran novios adolescentes, pero los tiempos han cambiado. El primero reconoce lo que ella alguna vez significó para él, pero es un sentido del deber y de culpa lo que lo lleva a ayudarla en lugar de cualquier sentimiento de atracción persistente. Dejó el barrio, fue a la universidad, estudió derecho y desarrolló lo que parece ser una exitosa carrera jurídica. Ella ha tenido una historia más accidentada, negándose a divulgar demasiada información sobre su empleo anterior, pero suficiente para que la audiencia se dé cuenta de que las adicciones que llevaron al encarcelamiento de su hermano por robo y su posterior muerte relacionada con el SIDA también la han afligido. Sus movimientos nerviosos, su incapacidad para leer el lenguaje corporal de Pablo (le ofrece sexo para agradecerle por hacerse cargo del caso) y su lenguaje sexualizado señalan una diferencia entre ellos que se siente cada vez más amplia a medida que avanza la pieza.

El set de Beatriz San Juan tiene una pila de cajas de colores iluminadas en el escenario a la izquierda, un mostrador anticuado con taburetes en el escenario a la derecha y una máquina de pinball en el centro a la izquierda. Es posible que el bar alguna vez haya sido un animado lugar de encuentro del vecindario, pero ahora es un fantasma de lo que fue antes. Anna, de Alarcón, es muy delgada, con un top blanco corto y una chaqueta rosa salmón; Nerviosa y nerviosa, rara vez se queda quieta o sin un cigarrillo en la mano. Ella observa a Pablo pero también siempre está mirando por el rabillo del ojo para ver quién más está cerca. Es como si temiera ser vigilada y vigilada. Las conversaciones entre ambos muestran que Nuria, a pesar de su descaro y entusiasmo, nunca pudo abandonar el vecindario ni física ni emocionalmente.

La obra se desarrolla a lo largo de una serie de encuentros episódicos. Por momentos, tanto Nuria como Pablo se dirigen al público en apartes que parecen dirigidos a un confidente. La apertura establece un dispositivo metateatral: “Últimamente. No me gusta nada de lo que veo en el teatro”, afirma Pablo en su primera línea. Pero parece que habla Sanz, el actor, y no Pablo, el personaje, como una forma de enmarcar la narrativa que los dos actores tejerán ante el público. Incluso antes de que suene el anuncio automático pidiendo que se apaguen los teléfonos móviles, los actores han enmarcado la acción más como teatro que como vida. Sanz continúa criticando las películas que giran en torno a las escuelas de teatro, que señalan a los alumnos de dichos establecimientos como “especiales”. ¿Por qué, en cambio, no ponen películas sobre escuelas de fontaneros o de pescadores?, observa. Quizás lo que Trueba espera conseguir con Los guapos Hay una sensación de que se trata de vidas “ordinarias”. Sin embargo, en muchos sentidos, lo que Trueba plantea es una obra que plantea preguntas sobre oportunidades y agencia. Nuria cree que le tocó una dura baraja: su padre abandonó a la familia cuando ella y su hermano eran niños; su madre trabajaba todas las horas cosiendo jeans en casa para llegar a fin de mes; su hermano fue encarcelado por robo y adicto a la heroína cuando salió de prisión. Habla de luchas de clases, pero su comprensión de la clase no muestra ninguna compasión hacia los inmigrantes del barrio. La clase es para Nuria sobre territorio y supervivencia.

La sección final de la obra tiene un giro que la traslada al terreno del thriller. ¿Nuria tuvo algún papel en la muerte de su madre? ¿Qué no le estaba contando a Pablo? Todos los cuentos tienen un narrador que aporta su propia agenda y prioridades al proceso narrativo. Puede que Pablo haya visto a su padre perder su trabajo en telecomunicaciones a los 53 años, dejando Madrid para volver al pueblo de la familia, pero Nuria idealiza el pueblo como un hogar que nunca tuvo. En definitiva, en Los guapos, todo es cuestión de perspectiva. Nuria y su hermano eran conocidos como los más guapos del barrio por su aspecto llamativo. Nuria ve esta etiqueta como una maldición, algo que señalaba un distanciamiento del resto del barrio, algo que provocó el resentimiento de la comunidad. Para Pablo, el nombre representa lo que alguna vez representó Nuria: lo inalcanzable. Una vez que comenzaron a salir (y ella lo recuerda como un período más largo de meses, él lo ve como simples semanas) y la obsesión desaparece, él se distancia de ella: ella recuerda que él prometió llamarla en su cumpleaños pero nunca lo hizo. Observa que quería ser Felipe González (ex presidente del Gobierno de España), un famoso escritor o abogado; Nuria vivía la vida a un ritmo acelerado y él simplemente se alejaba.

La dirección es lánguida: la pareja bebe cervezas, examina los documentos relacionados con el caso y evoca el pasado. Ella se acerca; él se aleja. Nuria se impone, Pablo escucha, espera y evalúa. Pablo es cauteloso; Nuria es impulsiva. La obra de Trueba muestra que el pasado es parte del presente del que no puede escapar. Podría decirse que ambos son narradores poco confiables. Tiene el poder y la historia de su lado; No es fácil agradar ni creer y quizás por eso tanto Pablo como el público la juzgan con dureza. No existe una etapa neutral.

Los guapos no es el mejor trabajo de Trueba: la escritura no siempre tiene tensión dramática y tropos familiares pasan a primer plano con demasiada frecuencia: Pablo es el que se escapó; Nuria la que se quedó atrás, encarnando a una clase trabajadora blanca que se siente olvidada por los grandes partidos políticos. Puede explicar el apoyo de la extrema derecha entre las clases trabajadoras en España.

Dicho esto, las actuaciones son muy dignas de ver: Sanz es excelente como el inquieto abogado que sospecha que Nuria puede no tener tan buenas intenciones como dice. Alarcón imbuye a Nuria de una desesperación que es doloroso de ver y las líneas del inicio de El gran Gatsby que Pablo recita son un recordatorio para él y para el público de pensar antes de juzgar: “En mis años más jóvenes y vulnerables, mi padre me dio algunos consejos que he estado dando vueltas en mi mente desde entonces. Siempre que tengas ganas de criticar a alguien, me dijo, recuerda que no todas las personas en este mundo han tenido las ventajas que tú has tenido”. Los guapos Puede que sea una pieza ligera, pero las actuaciones con entradas agotadas y una cálida recepción en la Sala Beckett del Poble Nou de Barcelona (una zona que ha experimentado una gentrificación significativa en los últimos treinta años) señalan la amplia resonancia de sus temas.

Los guapos, una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) y Bitò se presentó en el Teatro María Guerrero de Madrid del CDN del 24 de abril al 9 de junio.

Esta publicación fue escrita por Maria Delgado.

Los puntos de vista expresados ​​aquí pertenecen al autor y no reflejan necesariamente nuestros puntos de vista y opiniones.

La versión completa del artículo El debut teatral del cineasta David Trueba: “Los guapos/The Handsome Ones” está disponible en The Theatre Times.

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